j

La mujer pitonista dadora de vida; la que le cabe el universo en el cielo de su útero, soñó que tuvo un sueño: había quedado embarazada en medio de sus ritos y bebedizos, pero ahora su dilema era expulsarlo como un nacido o salvarlo, perdiéndolo hacía adentro.

El animal o feto le suplica que no lo atormente con falsos nacimientos y le deje ver la claridad de un mundo diferente al del útero.

La sacerdotiza dice no y entonces sufre otro sueño. En él, la criatura se divide en dos. Uno que persigue y otro que huye; el miedo y la culpa... la víctima y el verdugo. El primero busca salvarse a como de lugar y el segundo, terminar todo de una vez y para siempre.

Así es la pieza. Una fábula sobre la existencia, un ritual donde la vida del ser humano es vista desde varias perspectivas, cual espejo roto que espera ser armado por el intento de cada cual en las profundidades del sueño o en el más allá de la vida misma.